Estamos llegando al límite en el ámbito de la energía para satisfacer las necesidades básicas de casi 7 mil millones de personas. Con los problemas de la energía nuclear en Japón, se plantea la cuestión de qué pasaría si se interrumpiera la generación de energía eléctrica por esta vía. ¿Qué impacto tendría esto?
Dado que muchas plantas están al final de su vida originalmente planeada, consistiría en no conceder más licencias ni permitir nuevas instalaciones. Tales decisiones las toma cada país, así que es muy poco probable que haya una decisión consensuada. El presente artículo pretende analizar, con algunos números a la vista, cuál es el papel que en la actualidad juega la energía nuclear en el mundo.
1. El mayor impacto sería en países de la OCDE, los países "desarrollados", ya que estos son con gran diferencia los mayores usuarios de la energía nuclear.
La Figura 1 indica que alrededor del 22% de la generación eléctrica en los países de la OCDE es de origen nuclear, según datos de EIA y BP. "energías renovables" es la suma de todos los tipos de generación de electricidad (excepto hidroeléctricas) que se conocen como las energías renovables. La antigua Unión Soviética también se vería afectada, aunque en menor medida (18 %). Como Rusia y otros antiguos miembros son grandes exportadores de gas natural, éste sería probablemente el sustituto de la energía nuclear, con especial efecto en el mercado europeo que necesita esas exportaciones.
Los llamados "países en desarrollo" (el resto del mundo), han aumentado considerablemente su consumo energético, pero sólo el 2% de la electricidad tiene procedencia nuclear (Figura 2). Ellos serían los menos afectados, mientras puedan seguir ampliando su uso de combustibles fósiles (principalmente carbón) y sus centrales hidroeléctricas, lo que no está nada claro. De hecho algunos de estos países (entre ellos China y la India) están planeando un gran aumento en la producción nuclear en el futuro.
2. Dentro de la OCDE, la vulnerabilidad a la pérdida de potencia nuclear varía significativamente (Figura 3).
Algunos países desarrollados no tienen capacidad para generar electricidad nuclear como Australia, Austria, Dinamarca, Grecia, Irlanda, Italia, Nueva Zelanda, Noruega, Polonia, Portugal y Turquía. En el otro extremo están los que tienen una alta dependencia. Estos incluyen Francia, 76% de la energía eléctrica generada; Bélgica/Luxemburgo, 56%; Hungría, 43%; Suiza, 40%; Suecia, 39%; República Checa, 34%; Finlandia, 33%; Corea del Sur, 32%; Japón, 25%; Alemania, 23%; Estados Unidos, 20%, Reino Unido, 19%; España, 18%; y Canadá, 14%. [BP, 2009]. Dentro de Estados Unidos, las centrales nucleares se concentran mucho en la costa y medio este (ver mapa de la EIA, Figura 4). También cabe destacar que Europa está en una situación delicada, con el gas natural del Mar del Norte en declive y difícilmente sustituible. Si se produjera un descenso en la producción nuclear podrían convertirse en un problema grave.
3. Sin potencia eléctrica de origen nuclear los coches eléctricos difícilmente circularan.
Para resolver el problema del transporte futuro se necesitará más potencia eléctrica. En ese contexto las zonas que pierdan la electricidad nuclear estarán en franca desventaja.
4. Probablemente habría apagones en muchas áreas, debido a la dificultad de sustituir el déficit de electricidad con fuentes renovables o combustibles fósiles.
Estamos viendo apagones en Japón, en el momento que sus plantas nucleares dejan de funcionar. El mismo resultado ocurriría en otros lugares. Los precios del carbón y gas natural probablemente aumentarían, así como el de otras potenciales fuentes de electricidad. Países con alta dependencia de la energía nuclear carecerían de alternativas, e incluso si las hubiera es dudoso que pudieran incrementar su capacidad para compensar el déficit, por ejemplo, en los Estados Unidos se requeriría doblar la electricidad procedente del gas natural.
La presión sería muy fuerte sobre las renovables, aparte de la hidroeléctrica, que parten de una base pequeña y tienden a ser más caras que otros combustibles. Por ello es dudoso que puedan hacer frente al vacío que dejaría la energía nuclear, además hay que tener en cuenta el carácter intermitente de las energías eólica y solar fotovoltaica, que supone un desafío adicional.
Rembrandt Koppelaar (ASPO-Holanda) mostró recientemente en
The Oil Drum una tabla comparativa de costes, basada en análisis de la Agencia Internacional de la Energía, llegando a la conclusión de que el carbón, gas natural y la nuclear son claramente las fuentes más baratas.
5. Habría importantes efectos socioeconómicos en países dependientes de la energía nuclear: aumento del desempleo, reducción de los tributarios y otros problemas financieros.
La actividad comercial e industrial se reduciría, dando lugar a despidos y menos puestos de trabajo. El poder adquisitivo, el consumo y los impuestos derivados también disminuirían. En último extremo los gobiernos tendrían más dificultades para satisfacer su deuda.
6. En la medida que los combustibles fósiles pudieran reemplazar a la energía nuclear los niveles de CO2 tenderían a aumentar.
Carbón y gas natural son las fuentes fósiles utilizadas mayoritariamente para producir electricidad. Incrementar su uso generaría un nivel de CO2 más elevado. Hay otros aspectos además: el carbón genera otros contaminantes atmosféricos y el gas natural se obtiene cada vez más por 'fractura hidráulica', una técnica con inconvenientes medioambientales. Los precios aumentarían, dificultando el consumo en los hogares menos accesible.
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A pesar de los puntos destacados anteriormente, puede ser recomendable no prolongar la vida de las centrales nucleares o rebajar su número, especialmente en zonas predispuestas a movimientos sísmicos. También factores políticos deben tenerse en cuenta, ya que construir plantas nucleares en países inestables puede ser desastroso.
El problema es que necesitamos electricidad para muchos usos, que incluyen:
El consumo de los recursos energéticos del planeta ha permitido un desarrollo sin precedentes de la sociedad actual, sin embargo esto lleva asociado diversos problemas: el agotamiento de los recursos, la mayor parte de que se consumen actualmente tienen su origen en fuentes de energía no renovables, la creciente demanda de recursos energéticos para mantener el ritmo de consumo de la sociedad actual y l a contaminación ambiental ligada a los hábitos energéticos actuales y a la emisión de gases contaminantes.
Todos estos problemas ponen de manifiesto la insostenibilidad del sistema actual. Por ello, después de asumir un cambio de modelo de desarrollo, se abren dos vías principales para hacer frente a la problemática en materia de energía, de una parte la consecución del ahorro y eficiencia energética, y por otra la sustitución progresiva de las fuentes de energía convencionales por fuentes de energía renovables.
A continuación se recogen una serie de acciones, establecidas en el Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE) para reducir el consumo de energía y utilizarla de la manera mas eficiente para conseguir reducir nuestro impacto ambiental.
Buenas prácticas en el uso de los equipos de calefacción:
La temperatura en invierno no debe sobrepasar los 21ºC. No hay que olvidar que el consumo de energía aumenta un 10% por el aumento de cada grado.
Si durante un tiempo determinado, el espacio de trabajo o sala de reunión que disponga de termostato, va a estar desocupado, es aconsejable bajar la temperatura a unos 15ºC, que se corresponde con la posición más económica de la mayoría de los modelos de calefacción.
Si se dispone de radiadores que no se usen normalmente, estos deberían permanecer cerrados.
También es fundamental que los radiadores no estén tapados por muebles u otros enseres que dificulten la transferencia de calor.
Buenas prácticas en el uso de equipos de refrigeración:
26ºC es una temperatura óptima para el verano. Cada grado que disminuya aumentará el consumo energético en un 8%.
Es importante controlar el apagado del aire acondicionado, siempre que sea posible, cuando el puesto de trabajo esté desocupado.
Favorecer la ventilación durante las horas más frías del día disminuye las necesidades de refrigeración.
Buenas prácticas en los lugares de trabajo destinados a oficinas:
Apagar siempre todos los equipos: ordenador, impresoras… al final de la jornada y cuando no se utilizan, incluso si van a estar inactivos durante más de una hora. El modo "standby" consume mucha más energía de la que nos imaginamos. Este pequeño gesto contribuye a reducir en gran medida el consumo de energía.
Configurar en modo ahorro de energía el ordenador y también las impresoras (en el caso de que dispongan de sistemas de ahorro de energía "Powersave").
Evitar los salvapantallas del ordenador, ya que suponen un gasto adicional de Energía. El único protector de pantalla que ahorra Energía es el negro. Configurar el salvapantallas para que se active tras 10 minutos de inactividad es lo más eficiente.
El mayor consumo de energía de los tubos fluorescentes se produce en el encendido, de ahí que una buena práctica medioambiental sea no apagarlos en salas donde sea necesario volver a encenderlos en menos de 30 minutos.
Utilizar luz natural, siempre que en el lugar de trabajo sea posible, ya que no contamina.
Desenchufar los cargadores de móviles, portátiles, etc., cuando no se estén utilizando.
Se aconseja utilizar las escaleras para trayectos cortos o de bajada, en lugar de usar los ascensores. No debemos pulsar el botón del ascensor en caso de que no vayamos a utilizarlo. Es aconsejable esperar y compartir, en la medida de lo posible, el ascensor con otros usuarios.
Fuente: Conciencia Eco, blog sobre cultura ecológica